Pablo introdujo la persona del Espíritu en Gálatas con dos preguntas muy penetrantes: “¿Recibiste el Espíritu Santo por las obras de la ley, o por el oír con fe?” y una vez más la advertencia: “¿Tan necios sois?¿ Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne”? (Gálatas 3:2, 3). Luego dice: “¿Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!” (4:6). Nótese que
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